viernes, 2 de febrero de 2018

¿Ha logrado la inteligencia artificial

 descifrar el enigmático manuscrito Voynich?.

Un grupo de científicos de la Universidad de Alberta han empezado a emplear sistemas informáticos basados en inteligencia artificial para descifrar el misterioso Códice Voynich. Para los que no lo sepan, este manuscrito está considerado como «el más misterioso»del mundo.
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Parte del manuscrito Voynich - Archivo / Vídeo: José Manuel Nieves asegura en Materia Oscura que la inteligencia artificial podrá llegar a «reproducir en vídeo nuestros sueños»

Las primeras investigaciones conocidas relatan que data del siglo XV pero que fue descubierto en el XIX y, hasta la fecha, no ha podido ser traducido. Después de que el pasado mes de septiembre unos investigadores asegurasen de que se trataba de un compendio ginecológico -y el rechazo de esta teoría por una parte de la comunidad científica-, es ahora cuando el profesor de ciencias de la computación Greg Kondrak, experto en procesamiento del lenguaje natural, y su estudiante Bradley Hauer, han llegado a la conclusión de que se trataría de una guía de herbología y que estaría escrito en hebreo antiguo.

Su primer reto se centró en averiguar en qué idioma se había elaborado el código, cuestión que alimenta polémicas entre los expertos desde hace dos siglos. Para ello, la inteligencia artificial estudió 400 idiomas diferentes sacados de la «Declaración Universal de los Derechos Humanos» para identificar sistemáticamente el idioma. Inicialmente, se formuló la hipótesis de que el manuscrito Voynich estaba escrito en árabe pero, después de ejecutar sus algoritmos, resultó que el idioma más probable era el hebreo. «Eso fue sorprendente. Y solo decir 'esto es hebreo' es el primer paso. El siguiente paso es cómo lo desciframos», afirmó Kondrak para Folio, el medio de la Universidad de Alberta.

Kondrak y Hauer formularon la hipótesis de que el manuscrito fue creado utilizando alfagramas (palabras a las que se ha alterado el orden de sus letras, de modo que no es reconocible), definiendo una frase con otra, ejemplar de las ambigüedades en el lenguaje humano. Asumiendo eso, intentaron encontrar un algoritmo para descifrar ese tipo de texto codificado. «Resultó que más del 80 por ciento de las palabras estaban en un diccionario hebreo, pero no sabíamos si tenían sentido juntas», dijo Kondrak.

Después de buscar infructuosamente a eruditos hebreos para validar sus hallazgos, los científicos recurrieron a Google Translate. Así, la primera frase sería «Ella hizo recomendaciones al sacerdote, al hombre de la casa, a mí y a la gente», «frase rara para comenzar un manuscrito, pero que tiene sentido», asegura el investigador.

http://www.abc.es/
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El códice Voynich, el manuscrito más extraño del mundo

Elaborado en el siglo XV, este libro está repleto de imágenes y textos que ningún especialista ha podido descifrar todavía. Aunque parece que cada vez tenemos más pistas sobre su contenido...

Páginas de la sección "farmacológica" del manuscrito Voynich

La primera noticia de la existencia del Voynich data de 1580, cuando el emperador Rodolfo II de Habsburgo, muy interesado en las ciencias ocultas, la magia y las rarezas de todo tipo, lo adquirió por la elevada suma de 600 ducados a los ingleses John Dee –un mago que decía comunicarse con los ángeles mediante unas piedras– y Edward Kelley, un embaucador.

Foto: Akg / Album

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Saberes ocultos

Huido de Rusia por motivos políticos, el polaco Wilfrid Voynich (bajo estas líneas) se trasladó a Inglaterra, donde después de muchas penurias se hizo un nombre como tratante de libros raros. Estaba convencido de que el códice Voynich encerraba conocimientos alquímicos que revolucionarían la ciencia moderna cuando pudiera descifrarse.

Foto: Mary Evans / Scala, Firenze



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Sopa de letras


La transcripción de un pasaje del libro que John Dee y Edward Kelley (arriba) regalaron a Rodolfo II ofrece el siguiente resultado: se osam ceetosas qopercetos detetiosus opercetios cetocperetus conllodam ollcet ollcetcius ollcetcius qoceretosas e ocilletosus e oter sauter olletosus ollos ollecetosus os e oter un conllcetius sais llotes oclletos cetollcetus llos cetotes e cetius olletiollos.

Foto: Granger / Album



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Mujeres bañándose


En el manuscrito Voynich aparecen una serie de diagramas circulares zodiacales o astrológicos, grupos de mujeres desnudas bañándose en piscinas, más imágenes astronómicas, una sección "farmacológica"...

Foto: Akg / Album



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Plantas imaginarias


El manuscrito Voynich se divide en varias "secciones" según el tipo de ilustraciones que aparecen en cada página. La más extensa es la primera, un "herbario" en el que se reproducen diversos tipos de plantas. Las plantas dibujadas son tan enigmáticas como el texto que las acompaña, pues no se han podido identificar con ninguna especie real.

Foto: Akg / Album. Alamy / Aci. Akg / Album.



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Detalle de un dibujo "astronómico" o "zodiacal" del manuscrito Voynich


Ante la aparente incoherencia del Voynich se ha sugerido que se trata de una broma o una estafa. Se ha especulado que fue el propio John Dee, mago, matemático y aficionado al ocultismo, quien hacia 1580 lo creó junto a su socio Edward Kelley, que ya había sido procesado en Inglaterra por falsificar documentos.

Foto: Alamy / Aci

Cuando hace más de 4.700 años se inventó el lenguaje escrito, los seres humanos fueron capaces de transmitir mensajes complejos mediante letras y signos. Pero también introdujeron códigos secretos y claves para encriptar textos de contenido religioso, político, diplomático o militar, cuyo desciframiento sólo conocían los iniciados. Todas las civilizaciones han practicado estas técnicas, desde los sumerios a los griegos, los romanos, los mongoles, el Imperio español y, por supuesto, todos los países en el último siglo, especialmente en tiempos de guerra.

Los manuscritos y textos cifrados que se conservan son muchos, y todos han sido descifrados con relativa facilidad analizando sus códigos, en general bastante simples. Con una excepción. Existe un códice cuyo contenido nadie ha sido capaz de desvelar: el Voynich, el manuscrito más extraño del mundo. O al menos no del todo.




MÁS INFORMACIÓN

Inteligencia artificial para descifrar un manuscrito del siglo XV

En la actualidad, el Voynich se guarda en la Biblioteca Beinecke de libros y manuscritos raros de la Universidad de Yale. Escrito sobre vitela (pergamino fino), con un total de 232 páginas (faltan algunas y hay otras desplegables), de 22 por 15 centímetros de formato y 5 de grosor, este códice contiene centenares de dibujos y 37.919 palabras con 25 letras o caracteres distintos, pero carece de autor, título, fecha y capítulos. Los análisis mediante carbono 14 han permitido datar la elaboración del pergamino entre los años 1404 y 1434. La letra es del tipo cursiva humanística en caracteres latinos, usada en Europa occidental entre mediados del siglo XV y comienzos del XVI.
¿De dónde viene el manuscrito Voynich?

La primera noticia de la existencia del Voynich data de 1580, cuando el emperador Rodolfo II de Habsburgo, muy interesado en las ciencias ocultas, la magia y las rarezas de todo tipo, lo adquirió por la elevada suma de 600 ducadosa los ingleses John Dee –un mago que decía comunicarse con los ángeles mediante unas piedras– y Edward Kelley, un embaucador.

En el siglo XVII el manuscrito pasó por varias manos hasta quedar depositado en el convento franciscano de Mondragone, en Italia, donde en 1912 lo compró el tratante de antigüedades Wilfrid Voynich, de quien toma el nombre. En 1931, su viuda lo vendió a un anticuario neoyorquino, Hans Peter Kraus, que no consiguió revenderlo y terminó regalándolo a la Universidad de Yale en 1969.
Intentos de descifrarlo

Desde el siglo XVI, muchos investigadores han tratado de descifrar el Voynich. Lo intentaron en el siglo XVII el alquimista Jacobus Horcicky de Tepenecz, el bibliotecario imperial Georg Barsche y el profesor de la Universidad de Praga Johannes Marcus Marci. Se envió al jesuita Athanasius Kircher, famoso por sus intentos de descrifrar los jeroglíficos del antiguo Egipto, pero aquél no respondió al reto.

El profesor Willian R. Newbold, de la Universidad de Pensilvania, intentó descifrarlo en 1921, e incluso llegó a trastornarse por ello

Ya en el siglo XX, el profesor Willian R. Newbold, de la Universidad de Pensilvania, intentó descifrarlo en 1921, e incluso llegó a trastornarse por ello. Lo analizaron expertos estadounidenses en gliptografía (estudio de las inscripciones sobre piedra) aplicando algunas técnicas experimentadas en la segunda guerra mundial, y filólogos profesionales y aficionados. Todos fracasaron.

Para intentar descifrarlo se han aplicado técnicas tradicionales, como sustituir una letra por otra o asignarles un valor numérico, pero sin resultado coherente. Se han usado tarjetas perforadas, ya conocidas en 1500 por Girolamo Cardano, y programas de ordenador, que han dado lugar a cientos de miles de combinaciones posibles, también sin resultado. Si se trata de un libro encriptado, sus claves son tan intrincadas que nadie ha conseguido descifrarlas. Por eso se ha sugerido que está escrito en un lenguaje oculto no conocido, al que se ha dado nombre: el voynichés. Y según se desprende de las ilustraciones, el texto contendría relatos esotéricos sobre ritos ocultos; y los dibujos de plantas, astros y mujeres serían símbolos alquímicos.

Parece escrito por un zurdo –Leonardo da Vinci lo era– y contiene elementos propios del Renacimiento italiano

Algunas propuestas de interpretación del manuscrito han sido realmente estrambóticas. Se atribuyó su autoría al monje inglés Roger Bacon, pero Bacon vivió en el siglo XIII y el Voynich se ha datado en el XV. Se ha especulado que lo escribieron los cátaros; que es una adaptación de un texto ucraniano con letras latinas; que es obra de Leonardo da Vinci, pues parece escrito por un zurdo –Leonardo lo era– y contiene elementos propios del Renacimiento italiano; que lo escribió el arquitecto Filarete a mediados del siglo XV, pues aparece la traza de un edificio similar a la torre del castillo Sforzesco de Milán, que Filarete levantó, y unos dibujos que recuerdan a los tubos de desagüe que este arquitecto diseñó para el Hospital Mayor milanés.

El último de estos intentos parece haber conseguido ciertos adelantos al respecto. Greg Kondrak, un profesor de ciencias de la computación, y Bradley Hauer, un estudiante de postgrado, ambos de la Universidad de Alberta (Canadá), están usando la inteligencia artificial para descifrar el Manuscrito Voynich. Y han descubierto que el hebreo es la lengua de escritura más probable.
El libro misterioso

Sin embargo, hasta este momento, ante la aparente incoherencia del Voynich se ha sugerido que se trata de una broma o una estafa. Se ha especulado que fue el propio John Dee, mago, matemático y aficionado al ocultismo, quien hacia 1580 lo creó junto a su socio Edward Kelley, que ya había sido procesado en Inglaterra por falsificar documentos; en suma, que se trataba de un timo para engañar al emperador Rodolfo II y sacarle una buena cantidad de dinero.

Ante la imposibilidad de traducir su contenido, Gordon Rugg, profesor de Psicología de la Universidad de Reading, insistió en 2000 en la teoría del fraude. Pero la tesis presenta un problema: el manuscrito ya existía un siglo antes de que Edward Kelley lo hubiera podido falsificar. Y si se trataba de una broma, el autor se tomó muchas molestias.



MÁS INFORMACIÓN

El curioso Códice Quetzalecatzin

En resumen, aunque sí se han hecho ciertos adelantos al respecto, el Voynich no tiene traducción alguna en ningún idioma conocido, ni se ha hallado la clave que haga posible su comprensión, si es que existe. Además, la disposición de lo escrito no responde a las normas que rigen la estructura semántica de cualquier idioma: muchas palabras se repiten, en ocasiones hasta tres veces en la misma línea y quince en la misma página (por ejemplo "ollcet, ollcetcius, ollcetcius..."). En cambio, sí respeta algunas normas formales, como que está escrito de izquierda a derecha, aunque carece de signos de puntuación –algunos párrafos van precedidos de estrellas y asteriscos–. El texto también cumple la llamada ley de Zipf, que señala que "en las lenguas conocidas la longitud de las palabras es inversamente proporcional al número de veces que aparecen".

Quizás el mayor misterio gráfico que presenta es que parece escrito por una sola mano, con trazo fluido y seguro, letras homogéneas y muy regulares, prácticamente idénticas, sin un solo error, algo extraordinario en un manuscrito. ¿Se escribió usando una plantilla o un sistema de matrices para trazar letras y palabras? El enigma quizá nunca se resuelva.

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