La asistente virtual de Microsoft.
Es imposible referirse a un asistente virtual sin que venga a la memoria Her,
la película con la que Spilke Jonze consiguió el Oscar al mejor guion original en 2014, en la que Joaquin Phoenix se enamoraba de un sistema operativo con el que se comunicaba a través de la voz.
Alejandro Campoy
Responsable de Cortana en Microsoft España
Incluso Alejandro Campoy, responsable de Cortana en Microsoft España, recurre a este ejemplo para ilustrar cuánto de cerca (o lejos) estamos de alcanzar ese nivel de relación con una inteligencia artificial y, en su opinión, “para ciertas cosas ya estamos ahí” porque lo importante es que la interactuación no sea solo conversacional, sino que inluya “gestos, circunstacias, que no siempre tengas que estar hablando. Esa es la magia que estamos buscando”.
Campoy participó recientemente en el evento de Rooter ¿Cómo generar valor con los datos? un encuentro de profesionales de distintos sectores del digital. Y allí puso de manifiesto una de las grandes cuestiones de este tiempo, que “el dato en crudo apenas tiene utilidad y que para gestionarlo nos falta tiempo. El resultado de esa ecuación se llama inteligencia artificial, que permite buscar, procesar y entender la información y resolver problemas hasta hoy inaccesibles”. Por eso todos los gigantes digitales han desarrollado su propia asistente virtual: Siri, Alexa, Google Assistant o Cortana compiten para ser más eficaces, más intuitivas y más humanas. “Nos falta mucho para decir que esa inteligencia es autonónoma o trabaja por sí sola o aprende por sí sola. Hay muchísimos humanos que están trabajando detrás” asegura Campoy. Pero esta aseveración no parte de la falta de confianza en el futuro de las asistentes virtuales, más bien al contrario. El responsable de Cortana cree que tanto la inteligencia artificial como la humana crecerán juntas al relacionarse y que esta es una ola imparable en la que hay que subirse para no quedarse atrás.
Esos humanos a los que se refiere Campoy no son únicamente gestores de datos, programadores de sotware o diseñadores de sistemas. Detrás de cada inteligencia artificial hay guionistas, educadores e incluso filósofos dando forma a las respuestas de estos asistentes virtuales. El objetivo es “que la gente vaya rompiendo esa barrera de sentirse incómodo hablándole a un aparato o a un ordenador”. Y, para ello, en Microsoft decidieron que Cortana debía adecuarse al carácter y a la idiosincrasia de cada lugar, de ahí que en nuestro país sea capaz de arrancarse con una jota como si hubiera nacido en Zaragoza, pueda contar un chiste de Chiquito o hablar con un acento perfectamente reconocible. Todo para seducirnos y que terminemos, como Joaquin Phoenix, enamorados de ella… aunque por nuestra salud mental, mejor que sea sólo en un plano metafórico.
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