miércoles, 18 de octubre de 2017

Redes sociales: ¿puede un amigo publicar una foto en la que salgo sin mi consentimiento?

Existen herramientas legales suficientes para interponer una denuncia.

Imagen de la controvertida discusión entre Bertín Osborne y Arévalo - arevalook
El exhibicionismo virtual sigue jugando malas pasadas, sobre todo a personalidades famosas.
Lo que en la cabeza de Paco Arévalo parecía una buena idea se ha convertido en un problema. Recordemos. Era el 17 de julio. El popular humorista, junto con su hasta ahora amigo Bertín Osborne, agasajar al Rey emérito, don Juan Carlos, y a su hija, la Infanta Elena, con una paella. La ocasión era formidable. Acudieron otros conocidos y amigos. Pero la magia de ese encuentro privado se rompió en el momento en el que se difundió una imagen en redes sociales.

No hubo consentimiento previo. Ni tácito. Ni nada que se le parezca. Este es un ejemplo de cómo han cambiado las relaciones personales con la llegada de las redes sociales. Existe un afán de notoriedad. Un deseo expreso de dar a conocer (o presumir) nuestra propia vida. Pero en ocasiones este tipo de acciones juegan malas pasadas. Al igual que en casos similares, esta disputa tiene un encaje legal. Hay herramientas legales suficientes como para interponer una denuncia al respecto a la persona que ha sacado a relucir la imagen controvertida. «Una cosa es que te prestes a posar en una foto y otra cosa que se pueda permitir compartir la difusión de la imagen en redes sociales», explica a este diario Sergio Carrasco, abogado experto en derecho en red en Fase Consulting.

Así, la imagen tiene un carácter personal y, en determinados casos, se requiere del conocimiento expreso de la persona, máxime si se va a difundir públicamente, por ejemplo, en una red social. La Constitución Española es clara: la Ley Orgánica al Derecho al Honor, a la Intimidad Personal y Familia y a la Propia Imagen, prohíbe cualquier tipo de «captación, reproducción o publicación por fotografía, filme u otro procedimiento, de la imagen de una persona en lugares a momentos de su vida privada o fuera de ellos salvo que sea autorizado por Ley o cuando el titular del derecho hubiere otorgado consentimiento».

De tal forma que dependiendo del caso se puede interponer una denuncia por vulneración al derecho, aunque ahí es necesario ponderar el interés público o si se trata de una persona pública. «Una cosa es que la persona sea de interés público, que puede permitir ciertos usos de su imagen sin autorización, pero eso no quiere decir que no goce de ese mismo derecho», sostiene este experto. Y aunque para muchos sus perfiles en servicios como Facebook o Twitter les sirva de álbum de recuerdos, no es igual que una fotografía en casa porque, a pesar de aplicar ciertas capas de privacidad que permiten la mayoría de estas plataformas, estás permitiendo el uso a cualquiera. «Esta fotografía [por la publicada por Arévalo] que es se entiende que se trata de una esfera privada y, por tanto, va a más allá de lo que la ley permite. No puede compartir una imagen asi en redes sociales sin consentimiento», comenta.

Cambios de hábitos

Las redes sociales, al margen de sus indudable aportaciones, han alterado la manera de relacionarse entre amigos y familiares. Se dan por hecho determinados comportamientos. Los códigos sociales, las estructuras de convivencia, han querido saltar a la esfera virtual. Pero su traslado no ha sido tan natural. Una persona llega a enfadarse porque un contacto suyo le ha eliminado de su perfil. Ese conflicto personal se resolvería de otra manera o se encajaría de otra forma en el digamos mundo «offline».

En Facebook, la principal plataforma social del mundo, se llega incluso a confundir la amistad real con las meras relaciones personales. Hay quien tiende a reconocer como «amigo» a alguien que acaba de conocer y se han aceptado los perfiles. Pero la amistad tiene una proyección mayor, que trasciende y se fragua con el tiempo. A veces, sin embargo, la confianza produce estragos. Ya se sabe lo que se dice popularmente («la confianza da asco»).

Esas tiranteces se producen, sobre todo, entre personas jóvenes, en teoría más inmaduras emocionalmente. Y son más habituales de los que nos pensamos. Por diversos motivos. ¡A quién no le han etiquetado en una fotografía en la que no salías demasiado favorecido! Razón para discutir o retirarle la palabra. No es una cuestión baladí. Desde hace algún tiempo agencias y departamentos de recursos humanos monitorizan los perfiles de sus candidatos para hacer su selección. Lo que había sido un desmadre de joven puede convertirse en el peor enemigo a la hora de buscar empleo.

Existe un sobredimensionado afán de protagonismo y exhibicionismo en las redes sociales. Pocas veces se calibran bien las posibles consecuencias que puede tenerla publicación y difusión de un comentario salido de tono o fuera de lugar. Personalidades famosas ya han sufrido en sus carnes esa corrección política que impera actualmente en la sociedad. Ese carácter inherente al ser humano se ha sabido explotar por las empresas de tecnología que desarrollan servicios digitales. «En las redes sociales se difumina la barrera en la comunidad privada y la pública. Lo que en principio tendría que ser un tema privado se convierte con facilidad en un asunto público, sobre todo, si está implicada gente famosa», sostiene en declaraciones a este diario Javier de Rivera, sociólogo experto en adicciones digitales y miembro de Cibersomosaguas, grupo de investigación de cultura digital y los movimientos sociales de la UCM.

Incentivar el «me gusta» compulsivo

Con anterioridad a la explosión de las redes sociales no existían herramientas para que se dieran estos comportamientos. Hacía falta que un medio de comunicación le prestara atención. En opinión de este experto, «ahora está al alcance de cualquiera, lo que genera una mayor espectacularización de las relaciones». Tal es el impacto en nuestras idas de las redes sociales que podríamos decir que incluso un viaje nunca existió si no se han publicado fotografías en tu perfil de Facebook. ¿Qué lleva a muchas personas a querer todos los pasos quedan? «Todo el mundo necesita comunicarse y necesita aprobación social; es algo natural. Lo que analizo es cómo estas nuevas redes incentivan esa necesidad básica a llevar unos determinados hábitos. La forma en la que están diseñadas estas plataformas incentivan este tipo de comportamientos impulsivos. Incentivan los ‘me gusta’».

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